Llegada la primavera tocaba ya viajecito para los Fuenkarkas. Que no decaiga la tradición, al menos dos viajes al año para hacer piña, conocer equipos nuevos y hacer amigos allá donde toque. Esta vez tocaba Salamanca, ciudad universitaria y bonita donde las haya. Un viaje para el que había muchas ganas.
Para esta ocasión los Barbarians de Salamanca recibieron también a Olímpico de Pozuelo, con el que ya nos habíamos medido antes, por lo que el encuentro se planteaba como un triangular con partidos de media hora a tiempo corrido (sin descanso). Un reto, sin duda, que pasaría factura a más de un jugador de los tres equipos. Fuencarral disputaría los dos primeros partidos, primero contra Olímpico y después contra Barbarians y finalmente un tercer partido entre ellos. Antes de comenzar, rendimos homenaje con un minuto de silencio al padre de nuestro querido Petón fallecido recientemente.
El primer partido contra Olímpico de Pozuelo nos cruzaba de nuevo con un equipo con el que no hace tanto tuvimos el placer de enfrentarnos, por lo que ya sabíamos de su dureza y seriedad. En esta ocasión, Fuencarral comenzó el partido dominando la posesión y el juego de tres cuartos. Nuestros gordos comenzaron motivados, placando y percutiendo, conservando el balón (aunque alguna vez nos lo cazaran) pero asegurando bien para su línea de tres cuartos. La línea se vio más segura que nunca e hizo de las suyas, movió el balón, dribló y puso en apuros a la defensa de Pozuelo que se vio superada y rota con un primer ensayo por el ala. Pozuelo seguía encerrada en su campo y solo podía defender con furia pero los Fuenkarkas atacaron con tesón por un lado, por el otro, mareando a su defensa y plantando un nuevo ensayo en zona de ensayo.
Las cosas parecían ir de cara para los de Fuencarral, 2 ensayos arriba y más de medio partido cumplido, Sin embargo, nunca hay que bajar la guardia ante una bestia herida. Olímpico supo rehacerse y aprovechar nuestras debilidades encerrándonos en nuestra 22 y logrando que cometiéramos muchos golpes de castigo en una dura defensa para evitar su avance. En una de esas ocasiones Pozuelo subió su primer ensayo al marcador. Parecía que se habían vuelto las tornas, porque pasamos el resto del partido defendiendo, acorralados en nuestro campo y cometiendo muchos errores que nos quitaría la iniciativa y el balón de las manos. Nuevamente, tras varios golpes Olímpico supo aprovechar la oportunidad para plantar un ensayo y subir el empate definitivo al marcador de 10-10.
Acto seguido daría comienzo el partido contra los locales a los que conocíamos poco. Sin embargo, nuevamente, el partido parecía empezar de cara para Fuencarral que lograba mantenerse en campo contrario en el primer cuarto. Fuencarral atacaba con dureza y trataba de desplegar su juego nuevamente, sin embargo un error de cálculo en un pase puso el balón en manos de uno de los Barbarians que se marcaba una escapa y estrenaba el marcador.
A partir de ahí vimos un partido extraño, sin un claro dominador, en el que los Fuenkarkas acusaron el cansancio y la falta de cambios en la tres cuartos. Eso hizo que la ínea comenzara a tomar decisiones raras e insólitas con pases desacompasados y cambios en la estrategia que pudieron costarnos un nuevo ensayo en otra robada de balón evitada por nuestro zaguero. Los Barbarians no cejarían en su empeño, encerrándonos durante unos minutos en nuestra 22 para, desde una touche, empujar y lograr el ensayo. Sin embargo, ahí no quedaría la cosa y para corroborar lo dicho del dominio, Fuencarral realizó un buen saque de centro que Salamanca no pudo controlar, viéndose obligada a alejar el balón de forma desordenada ante la presión Fuenkarka y cometiendo un golpe a 5 metros de su línea de ensayo. Una ocasión perfecta para la delantera que, oliendo la sangre, empujó con todas su fuerzas el mol para plantar el 10 a 5 definitivo en el marcador.
Una jornada, en definitiva, que dejó cierto sabor agridulce pero de la que los Fuenkarkas pueden estar muy orgullosos. El rugby nos enseña a caer y levantarnos mil veces. Afortunadamente este deporte también nos da la oportunidad de relamerse las heridas en el tercer tiempo con unas cervezas y algo de comer mientras se comenta lo jugado con el contrario. Tras eso, los de Fuencarral se lanzaron a las calles, Disco-mesones, bares y discotecas de la capital Salmantina pero esa es otra historia que queda en las memorias de los que allí estuvieron. ¡Aupa Rugby Fuencarral!