Por segunda vez en apenas dos semanas, en la tarde del día de San Blas los Fuencarcas volvíamos a tener ocasión de disfrutar del rugby con un partido, en esta ocasión contra los amigos del Tercio Viejo de Majadahonda, que nos citaron en el campus de la Universidad Alfonso X en la localidad de Villanueva de la Cañada.
La cantidad de mundos / que con los ojos abres, / que cierras con los brazos.
La cantidad de mundos / que con los ojos cierras, / que con los brazos abres.
Miguel Hernández
Al ir llegando al recinto, la presencia de una clínica veterinaria (con servicio de Urgencias) nos aportó un poco más de tranquilidad a algunos de los contendientes.
La tarde era perfecta para disfrutar del rugby y ambos equipos nos plantamos en el campo con un número de jugadores que permitían algunas suplencias, lo que ayuda a mantener un mayor ritmo de juego y partidos más competidos.
En la charla de calentamiento, los capitanes informaron a ambos equipos de que, por sugerencia de Majadahonda no se aplicaría la regla de pase obligatorio en la zona de 22 contraria previo al ensayo, lo que supuso un cambio sustancial y ciertos ajustes en defensa (especialmente para los tres cuartos y el zaguero).
Con el comienzo del partido, se pudo comprobar que Majadahonda, que se había reforzado y preparado especialmente este partido, apostaba por una presión elevada desde el inicio; esto supuso una concatenación de fases de ataque que exigió lo mejor de la línea defensiva de Fuencarral, con mínimos errores en el placaje y numerosos placajes a dos que consiguieron contener la avalancha inicial, aunque el juego se desarrollaba en campo fuencarca.
Al permitir el árbitro cierto grado de disputa en los puntos de encuentro, se produjeron algunos roces (que no llegaron a mayores) y los espectadores pudieron observar el fenómeno (más frecuente de lo que debería en partidos de equipos veteranos) de los jugadores parlanchines y el tertulieo (entre jugadores) tras cada pitido arbitral.
Este juego tan físico supuso algunos errores en el manejo del balón de los majariegos, que bien en forma de recuperaciones o de melés a favor de los de Fuencarral, permitieron algunas jugadas en las que la línea de tres cuartos de los de Fuencarral pudo desplegarse y adelantar al equipo visitante en el marcador.
Esta situación se produjo en varias ocasiones, lo que, unido al desgaste del juego de elevado contacto desarrollado, fue relajando la presión local sobre la delantera fuencarca.
Los intentos de juego del Tercio Viejo con su línea fueron contenidos sin apenas fallos por los tres cuartos visitantes que se mostraron diligentes y acertados en el placaje, incluyendo uno de esos placajes salvadores de los que gustan los siempre vapuleados zagueros (¡¡Gracias, Chente!!).
Con la ventaja fuencarca de cuatro ensayos frente al Tercio Viejo (que pese a la tenacidad de sus jugadores no había conseguido “abrir la lata”) se llegó al descanso, durante el que se dieron las consabidas instrucciones para ajustar detalles y mejorar movimientos.
En la segunda parte, continuó la intensidad en el juego majariego, que pudo ser contrarrestada por la defensa de Fuencarral y en diversos contraataques (comandados mayoritariamente por los tres cuartos, que tuvieron ocasión de lucimiento) y jugadas a la mano de la delantera, el resultado se fue ampliando. Apenas a unos segundos del pitido final, el árbitro concedió el único ensayo logrado por el Tercio Viejo, tras una jugada de varias fases de delantera en la zona de 22 de Fuencarral, llegando al final de un partido en el que, como siempre, el resultado más importante fue el repetido “Cero collarines, cero desfibriladores”.
Tras el consabido pasillo y las tradicionales fotografías de grupo, ambos equipos celebraron un tercer tiempo en el que fueron particularmente celebrados unos pucheros con varios guisos de cuchara y unas cervezas con las que ambos equipos departimos y nos emplazamos a no tardar demasiado en volver a enfrentarnos. Desde Rugby Fuencarral queremos agradecer al Tercio Viejo de Majadahonda su invitación a disfrutar de una tarde más de rugby y su hospitalidad en el Tercer Tiempo.
Y como cierre, valgan esos versos de Miguel Hernández que encabezan esta crónica como homenaje a nuestros tres cuartos… esos que habitualmente son objeto de burlas y cuchufletas variadas en los vestuarios y terceros tiempos de los equipos de rugby (y más en los de veteranos) porque a duras penas se acercan a los 100 kg o porque “los gordos nos los peleamos y a ellos se les caen los balones” o porque “salen del campo sin manchas en la ropa”, pero que en este partido fueron fundamentales en defensa y en ataque para el funcionamiento del equipo.
Ahora a recuperarse de los golpes y restregones, a volver a los entrenos y a prepararse para el próximo partido. Nos esperan los amigos del VRAC.