El final de la temporada debía celebrarse como es debido, muchos partidos de veteranos a la espalda a lo largo del año que debían rematarse como es debido: con un festival de veteranos. Allá que nos fuimos los Fuencarcas, a Valladolid, cuna de ilustres rugbiers y equipos y escenario mítico para cerrar nuestro año, los campos de rugby del Pepe Rojo.

Empezamos la temporada sin saber muy bien qué iba a depararnos el año la verdad, aún arrastrábamos la dichosa pandemia pero se notaba que había ganas de rugby por todos lados. Sin embargo, el año ha ido evolucionando bien en los rugbístico y hemos podido recuperar compañeros que aún tenían respeto al bicho y disputado partidos a placer disfrutando de lo lindo. Cerrarlo con un viaje a la meca del rugby español era la mejor manera de dar carpetazo a la pesadilla. 17 valientes (pocos para un torneo de esta magnitud en opinión de este que escribe) hicimos el petate y nos plantamos en la casa del VRAC y El Salvador. El objetivo, el de siempre, divertirse, disfrutar y volver sin lesiones graves.

Nuestro grupo apuntaba maneras, nada menos que Jurassic VRAC, mucho ilustre de División de Honor, y Unigans Bilbao, de los que no teníamos referencias hasta el momento. Aunque cortos de efectivos, la solidaridad en el rugby se practica y equipos como Hortaleza y Cáceres, más numerosos que nosotros, nos proporcionaron algunos jugadores para dar algo de pulmón a los Fuencarcas. Vaya nuestro agradecimiento desde estas líneas.

El primer partido de la mañana fue contra Jurassic VRAC. Cualquier cosa que pueda decir en estas líneas sobre el resultado del partido se resume en una sola: eran muy superiores a nosotros. Al comienzo del partido apenas pudimos tener el balón en las manos y ellos tenían perfectamente medido cómo dar continuidad al balón a pesar de las buenas intenciones de defensa de los de Fuencarral. Su juego de tres cuartos era intachable y en cuanto dejábamos el mínimo espacio sabían sacar rédito de él. Cierto es que al principio los placajes por nuestra parte no fueron todo lo buenos que podían ser pero ni aún rectificando logramos contener la sangría. Solo en la segunda parte hubo algo más de respiro, ya sea porque ellos bajaron de marcha o porque nosotros nos dimos cuenta que había que poner toda la carne en el asador pero en todo caso, sin apenas poder hacer una o dos jugadas por nuestra parte porque ellos sabían bien cómo pescarnos el balón en cada jugada.

El choque contra Unigans Bilbao, sin embargo, fue más igualado. Ellos plantearon un juego más parecido al nuestro, mucha fuerza en la delantera y rudeza en los contactos pero contaban con una baza extra: una tres cuartos rápida de pies y manos que supo sobrepasarnos en al menos tres ocasiones. Aún así, los tuvimos contra las cuerdas en su zona de 22 en varias ocasiones de las que no supimos sacar puntos porque quizás nos empeñamos en jugar de delantera o nuestra tres cuartos no encontró el hueco. Al menos otras dos tuvimos éxito aunque una se quedó sin rematar porque no fuimos capaces de dar el pase en 22 y acabó siendo anulado por los Unigans. En resumen, muchas mejores sensaciones y un partido mucho más disfrutado seguramente por ambos equipos.

Disputados los de la mañana decidimos ir pronto a comer para descansar de cara al partido por la copa de bronce que vendría después de comer. Un poco de pasta, pollo y cerveza al buche y siestita en la hierba como las vacas. Poco más podíamos hacer porque en realidad mucho ambiente de festival no es que hubiera...

Con el sol que llevaba apretando todo el día a rabiar afrontamos el primer cruce de la copa de bronce contra Hortaleza. Ellos venían muy bien nutridos de jugadores y nosotros ya habíamos perdido uno por lesión y otro que tenía que volver a la capital, así que sin apenas cambios nos enfrentamos a unos viejos conocidos y vecinos. Quizás por la falta de refrescos en la alineación se hizo, al menos para un servidor, un partido muy duro. El juego no fue muy distinto del planteado contra los de Bilbao pero las condiciones no eran las mismas. Nosotros tuvimos oportunidades en su zona de 22 pero es posible que diéramos demasiado peso al juego de delantera y al final cometimos golpes que nos pasaron factura. Ellos, por su parte supieron ser pacientes y contenernos siempre intentando buscar el hueco que finalmente llegó en una de las jugadas por el ala subiendo el único ensayo al marcador.

A partir de ahí, los cruces fueron un poco caóticos. CRC Pozuelo, como nosotros, estaba mermado por las lesiones y además habían venido cortos de gente. Tan solo Hortaleza y Beerbarians tenían gente así que algunos de nuestros Fuencarcas todavía con energías se sumaron a apoyar a los de CRC contra Beerbarians y después un partido mix un tanto extraño para cerrar la jornada deportiva.

Terminados los partidos pudimos descansar un rato y dar una vuelta por Valladolid mientras daba comienzo la cena en la Cúpula del Milenio de la ciudad. Un tercer tiempo en toda regla con cerca de 200 personas, comida y bebida a tutiplén, música y hermanamiento de los equipos participantes ¡Una fiesta en toda regla!