Esta crónica se ha hecho esperar, la "jodía"... pero es que hacía falta un tiempito para recuperarse de lo bien que lo pasamos en Granada tanto deportiva como extra deportivamente.
No vamos a descubrir nada a nadie diciendo que los viajes (o giras como llaman algunos) son eventos tremendamente esperados por los rugbiers ("What happens on tours stays on tours" que dicen los anglosajones). Hermanamiento, compañerismo y caras nuevas al otro lado de la cancha siempre es celebrado. Así que con esas premisas allá que se fueron una veintena de valientes (unos ya desde el viernes) para medirse con los Scoriones de "Graná". Diremos, para que quede reflejado para la posterioridad, que los que viajaron el viernes hicieron su visita cultural, cenaron frugalmente, apenas toman un chato de vino y se fueron a la cama antes de que dieran las 12 para estar en perfectas condiciones de juego... la verdad solo la saben ellos y las calles de la ciudad.
En todo caso la cita deportiva era el sábado por la mañana en la Ciudad Deportiva Diputación de Granada (En Armilla). Como sea que en Granada llueve tres días al año nosotros escogimos uno de esos tres para viajar al sur (manda narices), aún así el rugby se inventó con lluvia y no íbamos a exigir estadio cubierto por mucho nivel que el partido tuviera, que lo tenía. Listos, concentrados y con los rituales previos de rigor allá que saltaron 15 fuenkarkas al campo en representación de la senectud rugbística madrileña.
El partido, desde el principio, estuvo muy marcado por la lluvia esa que solo cae tres días al año. El juego trataba de ser el de siempre, gorditos jugando en corto unas fases y pase a la tres cuartos para desplegar lo antes posible las jugadas. Sin embargo eso no era posible. A los de Fuencarral nos costó mucho hacer una jugada completa y pasábamos de una melé a otra haciendo el juego pesado, lento pero muy divertido para los gordos. Lo que sí es cierto es que tuvimos a los granadinos encerrados buena parte del encuentro en su campo y eso nos daba cierta ventaja. Sus delanteros eran duros, no dudaban en meter el hombro bien metido: ¡más diversión para los gordos! Ellos tampoco conseguían jugar demasiado aunque lograron escaparse en un par de ocasiones gracias a las piernas de un sospechosamente joven tres cuartos. Aunque eso es lo de menos, los fuenkarkas decidimos no bajar los brazos en ningún momento y apechugar con lo que nos estaba pidiendo el día: juego de delantera y cabeza fría. Así, logramos llevar el partido de nuestro lado y acabar el encuentro con victoria.
Desde luego el partido fue genial pero sin duda lo mejor estaba por venir. Como mandan los cánones los Scoriones nos invitaron a un tercer tiempo pero ahí sí que dieron el do de pecho. Fuimos al mismo centro de Granada a su sede (una envidia de sede llena de recuerdos y grande como ella sola) donde nos dieron todo lo que tenían y más: cerveza a tutiplén, aperitivos de todo tipo y un arroz que nos se lo salta un galgo. Nos pusieron rugby en la televisión, intercambiamos presentes y cantamos esas tonadas de nuestro cancionero que nos recuerdan que el rugby es más que deporte.
Llegada cierta hora no pensemos que los de Fuencarral querían acostarse, así que con la ayuda de Scoriones encontramos un sitio de esos que solo un encuentra en una ciudad como Granada: entrando parecía un bar de lo más normal pero pasando una puertecita dimos con un patio de lo más andaluz y una especie de cueva salón donde nos atendieron a nosotros solos. Allí comimos, bebimos, cantamos y desparramos a nuestras anchas rodeados de fotos antiguas de la ciudad y personajes ilustres. Vamos que estuvimos ¡más a gusto que en brazos! De lo que pudo acontecer posteriormente en la noche granadina no daremos cuenta porque recordemos "What happens on tours stays on tours" 
¡Aupa Fuencarral!