No hay nada como empezar el año con un buen reto y jugar contra VRAC siempre lo es. En esta especie de tradición que empieza a imponerse de devolvernos la visita siempre hay muchas ganas de pasarlo bien dentro y fuera del campo.
Ambos equipos veníamos bien reforzados para jugar un partido que se prometía duro a tenor de choques anteriores. El partido anterior que nos enfrentó en un triangular en Valladolid acabó con victoria suya y el anterior con victoria nuestra en casa. Así que, por qué no decirlo, había cierto pique en este partido. Pique sano entiéndase.
En los primeros compases del partido ya pudimos dar fe de que este no iba a ser un partido fácil. Ellos son duros, nada fáciles de placar si no vas bien abajo y eso nos costó comprenderlo al principio. Comenzaron desplegando en la partido un juego muy de delantera, golpeando constantemente y de forma efectiva incluso rompiendo la línea o sobrepasándola precisamente por no hacer los locales placajes contundentes. Sin embargo, en cuanto conseguimos conservar el balón y alejarlo del mogollón vino el primer ensayo de los Fuenkarkas por el ala. Sin embargo, la alegría no nos duró demasiado... en apenas un minuto VRAC rompió la línea y subió el empate a 1 al marcador.
A partir de ahí VRAC supo leer muy bien el partido y sacar rédito de su juego de delantera. En varias ocasiones nos hicieron la misma: fases hasta el ala, un par de de fases de vuelta y juego por el cerrado con los delanteros que no habían vuelto y que nosotros habíamos dejado desprotegido. Así nos cayeron hasta dos ensayos más en apenas 20 minutos y no supimos reaccionar a tiempo con lo que llegamos al medio tiempo 1 ensayo a 3. Los Fuenkarkas los intentamos y casi logramos ensayar de delantera llegando hasta sus 5 metros con una presión brutal de VRAC pero no logramos rematar la jugada. La cosa no pintaba bien.
Llegaba la hora de parar, comentar el juego y corregir errores. Estaba claro que no nos beneficiaba en nada caer en su juego de delantera y había que ser más contundentes en los placajes, a partir de ahí dejar que el trabajo semanal hiciera su papel. Así que salimos al campo con otra mentalidad. Los gordos chocando, sí, pero no cerca de los agrupamientos y buscando ese juego bonito de nuestra tres cuartos que logró abrir la línea vallisoletana como cuchillo en mantequilla para subir dos ensayos en apenas dos minutos. Empate a 3, había aún mucho partido por decidir.
Ninguno de los dos equipos estaba dispuesto a bajar los brazos llegados a ese punto. Los choques eran contundentes pero, en parte, ya le habíamos tomado la medida al VRAC. Así fue como nuevamente un balón al ala logró zafarse de la defensa quesera y correr toda la banda hasta la línea de 22. Sin embargo ese ala casi consigue que nos de un infarto pues, al verse solo y sin apoyos, retrocedió sobre sus pasos, corrió de lado culebreó (lo que nunca se debe hacer) y al final encontró el pase que necesitaba para poder subir el ensayo del 4 a 3 en el marcador. ¡De locos!
Con todo, ahí no iba a acabar el partido no. Los Fuenkarkas llevamos a cabo una terrible gestión de los cambios, una gestión caótica y desorganizada que nos llevó a tener a veces 14 en el campo y a veces 16. Precisamente en esas el árbitro decidió castigar ese desorden con un golpe en contra que nos hizo mucho daño. VRAC aprovechó ese momento de debilidad para romper nuestra defensa y acercarse a la zona de ensayo para subir el empate a 4 ensayos definitivo.
Anécdotas aparte, un partido de lo más divertido, limpio, sin lesiones que nos deja con ganas de más. Después pudimos disfrutar de un buen tercer tiempo en nuestra sede que se alargó hasta que los vallisoletanos cogieron su autobús de vuelta a casa casi al filo de la medianoche y que los Fuenkarkas hasta bien entrada la madrugada (pero eso es asunto de otra crónica).