Es una pena tener que escribir una crónica así pero quizás nos sirva de recordatorio para saber qué tipo de partidos queremos disputar en el futuro.
Quizás el adjetivo áspero se quede corto para definir la suerte de batalla campal que los Fuenkarkas tuvimos que afrontar este sábado en Las Rozas. Un encuentro muy alejado de la definición de amistoso e incluso de la definición de rugby. No vamos a negar que ya veníamos medianamente concienciados de que podría ser un partido con ciertos roces pero seguramente en esta ocasión hayamos colmado el vaso.
Dispuestos a disfrutar de una buena tarde de rugby allá que nos fuimos algo más de una veintena de Fuenkarkas al campo de rugby del Cantizal en Las Rozas. Después de nuestros primeros partidos de la temporada habíamos trabajado duro durante la semana nuestro juego organizado de familias de delanteros, juego de tres cuartos ensayado y demás. Enfrente, como decíamos, un equipo al que ya nos habíamos enfrentado anteriormente, que juega un rugby más clásico y con el que hemos tenido sus más y sus menos.
El partido dio comienzo de la peor manera posible: ambos equipos hablando sin parar y queriendo hacer un arbitraje paralelo. Todo ello nos costó a ambos no pocos golpes de castigo en contra que bien podrían haber sido a favor pero solo por el mero hecho de protestar nos cambiaba el sentido del golpe. Aquí hay que reconocer la infinita paciencia del árbitro que estuvo muy cerca de colgar el silbato por la mala actitud de ambos equipos. Los Fuenkarkas subimos varios ensayos al marcador jugando a la mano con un despliegue de tres cuartos de quitarse el sombrero y mientras los delanteros trataban de retener las embestidas de los locales a base de placaje. Ellos percutían duro y sabían jugar muy bien el mol que pocas veces fuimos capaces de parar, lo cual además nos costó varios golpes. No obstante, Los Fuenkarkas supimos hacer un ejercicio de autocontención y cesamos esta actitud conscientes de que no nos beneficiaba en nada mientras que los locales continuaron por esa vía.
Sin embargo, lo que vino después no es admisible ni tiene cabida en un terreno de juego. Sea por frustración o por afán vengador algunos de los Industriales decidieron tomarse la justicia por su mano en los agrupamientos, lo que derivó en acciones muy feas como la de su 5 pateándole la cabeza a uno de nuestros delanteros tras derrumbar el mol éste (acción penable sí pero no con agresión física y de una peligrosidad alarmante). No faltaron los pisotones o golpes y agresiones a destiempo sin que se vieran realmente castigadas. Todo ello hizo que un amistoso se convirtiera en un partido de lo más desagradable y peligroso aunque finalmente no hubiera ningún lesionado grave. Quizás el resultado final sea lo de menos y que aunque nos fuéramos de Las Rozas con victoria y 12 ensayos a favor y 5 en contra pudo haber acabado con consecuencias graves.
Por último recalcar que pudiendo haber limado asperezas en el tercer tiempo el comportamiento de los anfitriones tampoco fue el más adecuado y nos ofrecieron un tercer tiempo diferente al suyo, lo cual nos dejó aún peor sabor de boca. Esta será probablemente la última ocasión en que nos enfrentemos a este equipo, al menos mientras cierto tipo de juego y actitud siga vigente. Quisiéramos cerrar esta crónica diciendo que no fueron todos los miembros del equipo rival parte de este despropósito y con algunos de ellos incluso intercambiamos algunos minutos muy educados durante el tercer tiempo, lástima que unos cuantos emborronaran la jornada.