Este sábado 13 valientes munguienses bajaron a la meseta a visitar a los Fuencarcas con el objetivo de jugar al rugby y pasarlo en grande y creemos que ambas expectativas se cumplieron.
Hasta la fecha no habíamos tenido noticias de este equipo de las afueras de Bilbao por lo que no sabíamos que nos encontraríamos sobre el campo. Aún así, todos los rivales son igual de importantes cuando uno se adentra en el campo y hay que plantarles cara igualmente con honestidad, caballerosidad y ganas. Esto último parece que a los de Fuencarral nos llegó tarde y eso al final pasa factura.
Si en otras crónicas hemos hablado de nuestra famosa caraja, en esta quizás fue más carajón, no salimos al césped enchufados ni concentrados. Sin embargo los vizcaínos sí y lo aprovecharon sin miramientos para tenernos retenidos toda la primera parte en nuestro campo. Los Fuencarcas nos empeñamos en entrar a todos los rucks y pescar en todos los agrupamientos y los golpes se sucedieron, tanto que hasta el señor árbitro (nuestro Llusia) dejó de contarlos. Golpe tras golpe nos olvidamos de lo que teníamos que hacer, conseguir balón para nuestra tres cuartos. Munguía por su parte aprovechó las oportunidades para ir acercándose a nuestra zona de ensayo en varias ocasiones, algunas de ellas defendidas férreamente por Fuencarral y otra con verdadera fiereza de sus delanteros provocó que los del norte posaran el balón en la zona de ensayo en un golpe a 5.
Estaba claro que si seguíamos jugando así y nos empeñábamos en hablar y en cometer golpes el partido se nos iba a escapar de las manos. Costó buena parte de otro tiempo cambiar la mentalidad pero al final los locales hicimos lo que teníamos que hacer: no empeñarnos en pescar, asegurar balones y dejar jugar a nuestra tres cuartos. El aspecto del partido cambió entonces radicalmente, pasamos de defender en nuestro campo a atacar en el suyo. Pasamos de innumerables golpes a jugadas medidas y controladas y aunque los de Munguía fueron de capaces de defender con tino muchas de esas jugadas de la línea, los embates constantes dieron sus frutos. El primero y más efectivo vino con la efectividad de mover el balón a un lado y otro del campo para apiñar a sus jugadores y abrir juego al ala. En superioridad, pudimos plantar el balón en zona de marca. El segundo, efectivo pero inconcluso, propició también una superioridad por el ala en la que logramos acercarnos a la zona de ensayo pero nos jugó una mala pasada el obligado pase en 22 de veteranos. El portador del balón (de cuyo nombre no quiero acordarme) no vio el apoyo que llevaba a su izquierda, se cerró hacia la derecha y fue finalmente placado por un contrario y perdiendo además el balón de las manos.
Finalmente empate pero sensación de diversión y ni un lesionado (aparentemente). Acabado el partido pudimos alabar mutuamente el buen juego de ambos equipos y disfrutar de un tercer tiempo maratoniano que acabó cerrando no solo la sede de Fuencarral Rugby Club si no también algún bar de copas local del que más de uno aún anda recuperándose. Queremos agradecer la visita a los de Munguía y prometemos vuelta para el año que viene.