Para algunos era ya el segundo partido tras la pandemia, para otros el primero. En todo caso, había ganas de jugar y muchas, muchas... llevábamos meses entrenando con todas las precauciones pero al final un partido es un partido y después de tanto tiempo apetece lo que más.
Afortunadamente, el equipo de Torreznos (veteranos de Torrelodones Rugby Club) nos brindó la oportunidad de acudir a su flamante campo y medirnos nuevamente contra ellos (ya nos vimos las caras como invitados en el Día del Club de Rugby Moralzarzal). Así que allá que nos fuimos con nuestro petate lleno de rodilleras, fajas, muñequeras, radiosalil y otros ungüentos propios de rugbiers veteranos o de liguilla de futbito del Imserso.
El partido, a las 18:00 de la tarde, nos veía venir con cara de seguir todavía dormitando la siesta de la peli de mediodía de los sábados. Ya viene siendo un mal común, que llegamos con la caraja y hasta que no nos dan tres o cuatro galletas no nos ponemos a tono. Calentamiento regulero y cabezas poco centradas pero al final el pitido del señor (señora en este caso) es inexorable y no te queda otra que ponerte en marcha.
Los primeros compases del partido nos sirvieron para medirnos. Torreznos percutía duro y agrupaba a muchos delanteros en los rucks y los Fuenkarkas empezamos entrando en ese juego. Contactos muy duros, mucha tensión, mucha adrenalina, algún que otro intercambio de pareceres... un trabajo de defensa de los gordos de Fuencarral que logró mantener la ofensiva a raya.
Sin embargo, era el momento de pasar al ataque y desplegar los entrenamientos de juego abierto y búsqueda de intervalo de estos meses atrás. Así, nuestros gorditos percutían contra la defensa (siempre buscando el hueco) y se recolocaban para ser relanzados entre la tres cuartos. Menudo trabajo de golpeo de los Pacos, Chuckys, Turcos, Petones, Valerios, Lesmes, Alfones, Rocas, Gons y Barneys que iban horadando la defensa contraria para tratar de romperla, cosa que lograron hacer en unas cuantas ocasiones. Daba igual la zona del campo, allí siempre había algún delantero dispuesto a encontrar un poco de chicha si nuestro Coleto tenía a bien "dar de comer a sus gordos".
La línea en cuanto veía la menor oportunidad se colaba con un contrapié o una finta y ponía en serios apuros a los de Torrelodones. Ben, que parece que no corre si no que pasea, rompió en varias ocasiones la defensa por el centro pero también lo hicieron, a base de paciencia y saber hacer, Iván, Cyril, Román, Yago, Avatar, Jesús o Zapa. Tenían sus jugadas marcadas a fuego como esos cuadernillos de repaso veraniego de Vacaciones Santillana. ¿Y qué decir de las alas? Cosme e Isidro esperando pacientes su ocasión pero poniendo toda la carne en el asador cuando el ansiado melón llegaba al final de la línea. De quitarse el sombrero lo que han aprendido en tan solo un año y algo.
Los de Torrelodones, por su parte, no bajaron los brazos en ningún momento del partido. Como decíamos al principio, percutían duro y jugaban agrupados lo que les permitió acercarse en un par de ocasiones de forma peligrosa a la zona de ensayo de los de Fuencarral. No les faltaban desde luego ganas ni fuerza pues no cejaron en su empeño pero la defensa de los Fuenkarkas fue capaz de evitar dos ensayos casi al borde la línea y de frustrar unas cuantas escapadas por el ala.
Finalmente el marcador dejó siete ensayos a favor de los visitantes (4 en la primera parte y 3 en la segunda) pero lo más importante no es el resultado si no haber tenido la oportunidad nuevamente de disfrutar con nuestros anfitriones de un gran partido de rugby a pesar de las circunstancias. Hasta donde sabemos, solo hubo que lamentar un lesionado por parte de Torrelodones (desde aquí nuestro ánimo para él) pero lo que sí se llevaron todos los jugadores a casa fue una enorme sonrisa (y alguna que otra magulladura).
¡Gracias Torreznos y aupa Rugby Fuencarral!